JORNADA SOBRE EL ‘SÍNDROME DEL NORTE’
(10-6-2022)

JORNADA SOBRE EL ‘SÍNDROME DEL NORTE’<br/> (10-6-2022)<br/>

10/06/2022

Intervención del delegado del Gobierno, Denis Itxaso

Muy buenos días a todos y a todas.

Muchas gracias Florencio por la invitación para participar en esta jornada organizada por el Centro Memorial sobre el ‘Síndrome del Norte’, una expresión que nos obliga a revivir los ‘años de plomo’ de ETA. Con ellos, rebrota la pesadilla diaria de atentados que sufrieron los guardias civiles y policías nacionales que trabajaron en Euskadi y Navarra en aquel periodo, condenados a mirar los bajos de su coche, a sentir las miradas de desprecio y el acoso de un entorno agresivo. Estigmatizados en su vida social. Una hostilidad que más tarde también sufrirían los agentes de la Ertzaintza, desplegados unos años después.

Hoy, los expertos nos van a arrojar más luz sobre un término que comenzó a utilizarse en los años 80 para describir un cuadro de estrés postraumático que sufrían miembros del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil destinados en el País Vasco en unos años en los que el terrorismo etarra llevaba a cabo casi un atentado diario. La cifra de muertos alcanzaba, por ejemplo en 1980, los 93 asesinados al año.

El temor constante a sufrir un atentado terrorista siempre acompañó a aquellos agentes, sobre cuyo esfuerzo, sacrificio y en muchos casos su propia vida se ha ido cimentando la libertad, la esperanza y la fortaleza del Estado de Derecho del que hoy disfrutamos en plenitud. Y un buen ejemplo de las condiciones de vida tan difíciles por las que pasaron nos la da un pasaje del libro de memorias de Andrés Cassinello, al mando del Servicio de Información de la Guardia Civil en 1980, rescatado en libro Vidas rotas, del que uno de los autores es  Florencio Domínguez. Así describe Cassinello su visita al cuartel de Lekeitio y cuando le enseñaron la habitación de un guardia civil recientemente asesinado: “Una bombilla colgada del techo, una cama cubierta con una manta de intendencia y la ropa, repartida en pequeños montones, pegada a la pared. Ni un armario, ni una silla, ni un rastro humano o sobre el cual construir el ocio, ni tan siquiera una fotografía familiar: allí había vivido un hombre abandonado a su suerte”. Era 1980. A los guardias civiles, a los policías nacionales y a los miembros del Ejército os asesinaban y eráis despedidos en funerales rápidos, sin gente, semiclandestinos, en la más absoluta de las soledades. El ataúd era introducido en el coche fúnebre casi a escondidas y partía veloz hacia su tierra de nacimiento. Una despedida vergonzante que hoy nos sigue pesando.

La Policía Nacional, la Guardia Civil, el Ejército……todos ellos han sido considerados por el nacionalismo vasco radical y por ETA como fuerzas represoras y de ocupación del Estado español. Con el consiguiente proceso de deshumanización que eso conlleva sobre estas personas que tan solo trataban de cumplir con su obligación. Una deshumanización de la víctima, pero también del agresor y de una parte de la sociedad que observaba todo como un espectador. Sin capacidad de empatizar y ponerse en el lugar del otro y de comprender lo que siente.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españolas siempre han estado en el punto de mira de los terroristas, como después también lo estuvo la Ertzaintza. Los terroristas los declararon objetivos permanentes de sus acciones. Un sufrimiento emocional para este colectivo del que aún somos deudores porque desarrollaron un papel fundamental en la protección de las libertades, de los derechos, de la democracia y la pluralidad. En definitiva, de una sociedad democrática que siempre quiso serlo, pero a pesar de la Transición que se llevó a cabo con la aprobación de la Constitución, hubo quien siguió plantando batalla a la democracia.

Una deuda que, de alguna manera, jornadas como esta y las actividades que despliega el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo trata de pagar. Sabemos que nunca será suficiente, pero este Centro impulsado por el Gobierno es un elemento clave para construir la memoria colectiva sobre el terrorismo. Para que nunca se olvide a las víctimas y se dignifique su memoria, entre ellas los 97 militares y 397 miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado asesinados entre 1968 y 2011. Muchos de los policías asesinados eran personas jóvenes, el 40 % de ellos apenas llegaba a los 30 años de edad. Y en muchos casos dejaron viudas e hijos huérfanos que siguieron sufriendo el ‘Síndrome del Norte’, condenados al ostracismo social.

Un aislamiento que recluía a los agentes y sus familias en los cuarteles, en espacios donde solamente podían convivir entre ellos y como furtivos, sin que les conociera nadie. No podían ni debían por razones de seguridad y de estigma relacionarse con el resto de la sociedad. Es decir, condenados a la imposibilidad de tener amigos entre gente de la tierra. A los familiares de los agentes no les atendían en algunos comercios y las malas miradas, las pintadas y los insultos les condujeron al retraimiento y, finalmente, al encierro. No tenían posibilidad de socializar con el resto de la sociedad y no porque no quisieran.

Eso llevó a los agentes a actitudes de desconfianza, estrés y conductas autodestructivas, que a menudo se expresaron  a través de la drogadicción y el alcoholismo. Adicciones que en algunos casos condujeron al suicidio. Esa parte de la perversión terrorista no se ha contado suficientemente.

Cuando ya se ha cumplido una década del anuncio del cese definitivo de la actividad armada de ETA, el cometido principal de la Policía Nacional, la Guardia Civil o la Ertzaintza ya no es ese terrorismo etarra. Pero, como he dicho antes, nunca podremos saldar la deuda. Fue una labor heroica, profesional, pero es que, además, tenía una implicación de carácter personal muy importante venir al País Vasco. Hoy, la Policía Nacional y la Guardia Civil se nutren de agentes que, en muchos casos, han nacido y crecido en el País Vasco. De alguna manera, eso le da un arraigo diferente a ambos cuerpos. Pero en otros tiempos, se nutrían de jóvenes procedentes de diversos rincones de España que, aun siendo conscientes de lo que estaba ocurriendo aquí, decidieron recalar en Euskadi.

Mi reconocimiento y memoria para los agentes que se quedaron  en el camino. Y, por supuesto, gratitud por tanto trabajo y tanta investigación para detener a los terroristas y poder invocar la paz y la convivencia de la que disfrutamos hoy. Costará tiempo darnos cuenta de todo lo que perdimos durante décadas de falta de libertad.

Eskerrik asko.

 

‘IPARRALDEKO SINDROMEA’-RI BURUZKO JARDUNALDIA (2022-6-10)

Egun on.

skerrik asko, Florencio, ‘Iparraldeko Sindromea’-ri buruzko Oroimenerako Zentroa k antolatutako jardunaldi honetan parte hartzeko gonbidapenagatik, ETAren ‘berunezko urteak’ birbizitzen behartzen gaituen esamoldea. Eta horiekin batera garai hartan Euskadin eta Nafarroan lan egin zuten guardia zibilek eta polizia nazionalek jasan zituzten atentatuen eguneroko amesgaiztoa pizten da berriro, autoaren behealdeari begiratzera, inguru oldarkor baten mespretxuzko begiradak eta jazarpena sentitzera kondenatuta. Bere bizitza sozialean estigmatizatuak. Urte  batzuk geroago  Ertzaintzaren agenteek ere pairatuko zuten etsaitasun.

Gaur egun adituek argi gehiago emango digute Euskal Autonomia Erkidegoan destinatuta zeuden Polizia Nazionaleko eta Guardia Zibileko kideek jasaten zuten trauma osteko estres-koadro bat deskribatzeko 80ko hamarkadan erabiltzen hasi zen terminoari buruz, ETAren terrorismoak ia egunero atentatu bat egiten zuen urte haietan. Esate baterako, 1980an, urtean 93 hildako izan ziren.

Atentatu terrorista jasateko etengabeko beldurra beti barruan egon zen agente haiengan. Haien ahaleginean, sakrifizioan eta, askotan, beren bizitza propioan oinarritu  dira gaur egun bete-betean gozatzen ari garen Zuzenbide Estatuaren askatasuna, itxaropena eta indarra. Eta igaro zituzten bizi-baldintza zailen adibide on bat Andrés Cassinelloren memoria-liburuko pasarte bat da, 1980an Guardia Zibilaren Informazio Zerbitzuaren buru izan zena, Vidas rotas liburuan erreskatatua, egileetako bat Florencio Domínguez delarik. Horrela deskribatzen du Cassinellok Lekeitioko kuartelera egin zuen bisita, berriki hildako guardia zibil baten gela erakutsi ziotenean: “Sabaitik zintzilikatutako bonbilla bat, intendentziako manta batez estalitako ohe bat eta arropa, pilo txikitan banatua, paretari itsatsita. Ez armairurik, ez aulkirik, ez giza- edo aisia eraikitzeko arrastorik, ez eta familiako argazkirik ere: han bizi izan zen bere kasa abandonatutako gizon bat. 1980 zen.   Guardia zibilak, polizia nazionalak eta Armadako kideak hil egiten zintuzteten eta hileta azkarretan agurtzen zintuzteten, jenderik gabe, erdiklandestinitatean, bakardaderik handienean. Hilkutxa ia ezkutuan sartzen zuten hil-autoan eta bizkor abiatzen zen beren sorterrira. Gaur oraindik pisatzen gaituen agur lotsagarria.

Polizia Nazionala, Guardia Zibila, Armada... Euskal nazionalismo erradikalak eta ETAk guzti haiek jo dituzte Espainiako Estatuaren indar errepresiogiletzat eta okupazio-indartzat. Horrek berekin dakarren pertsona hauen gaineko deshumanizazio-prozesuarekin beren betebeharra betetzen baino saiatzen ez zutenak. Biktimaren deshumanizazioa, baina baita erasotzailearena eta guztia ikusle gisa begiratzen zuen gizartearen zati batena ere,  enpatizatzeko, bestearen lekuan jartzeko eta sentitzen duena ulertzeko gaitasunik gabe.

Espainiako Segurtasun Indar eta Kidegoak beti egon dira terroristen mira-puntuan, ondoren Ertzaintza ere egon zen bezala. Terroristek beren ekintzen betirako itu izendatu zituzten. Sufrimendu emozionala kolektibo horrentzat, eta oraindik ere horren zordun gara, funtsezko zeregina izan baitzuten askatasunak, eskubideak, demokrazia eta aniztasuna babesteko. Azken batean, beti izan nahi izan zuen gizarte demokratiko baten babesleak, baina, Konstituzioaren onarpenarekin egin zen trantsizioa den arren, norbaitek demokrazia borrokatzen jarraitu zuen.

Zor hau ordaintzen saiatzen da, nolabait, horrelako jardunaldiez eta Terrorismoaren Biktimen Oroimenerako Zentroak zabaltzen dituen jarduerez. Badakigu ez dela inoiz nahikoa izango, baina Gobernuak bultzatutako Zentro hau funtsezkoa da terrorismoari buruzko memoria kolektiboa eraikitzeko. Biktimak inoiz ahaztu ez daitezen eta haien oroimena duin dadin, besteak beste, 1968 eta 2011 artean eraildako 97 militarrak eta Estatuko Segurtasun Indar eta Kidegoetako 397 kideak. Eraildako polizia asko gazteak ziren: horietatik % 40 ozta-ozta iristen ziren 30 urtera.  Eta, kasu askotan, alargunak eta seme-alaba umezurtzak  utzi zituzten, ‘Iparraldeko Sindromea’ pairatzen jarraitu zutenak, ostrazismo sozialera kondenatuta.

Isolamendu horrek kuarteletan giltzapetzen zituen agenteak eta haien familiak, haien artean bakarrik eta ezkutuan bizi zitezkeen espazioetan, inork ezagutu gabe. Segurtasun eta estigma arrazoak direla eta, ezin -ez eta behar ere- zuten gizarteko gainerakoekin harremanik izan. Hau da, lurreko jendearen artean lagunak izateko ezintasunera kondenatuak. Agenteen senideei ez zituzten artatu egiten denda batzuetan eta begirada txarrek, pintadek eta irainek uzkurtasunera eraman zituzten eta, azkenik, entzierrora. Ez zuten aukerarik gainerako gizartearekin sozializatzeko, eta ez nahi ez zutelako.

Horrek agenteek mesfidantza, estresa eta jarrera autosuntsitzaileak edukitzera eraman zituen, askotan droga-mendekotasunaren eta alkoholismoaren bidez adierazi zirenak, kasu batzuetan suizidioa eragin zuten adikzioak. Perbertsio terroristaren atal hori ez da behar bezain kontatu.

Duela gutxi Barne Ministerioak eta Hezkuntza Ministerioak prestatutako 'Memoria eta Terrorismoaren Prebentzioa' unitate didaktiko berriak aurkeztu zitzaizkion irakaskuntza-komunitateari Oroimenerako Zentroa honetan bertan. Unitate hauek terrorismoaren biktimen testigantza aldarrikatzen dute gazteen artean balio demokratikoak zabaltzeko tresna gisa. Izan ere, ETA hain txarra izan ez zela dioten batzuen artean oraindik dirauen ideiaren aurrean, ez dago hezkuntza baino antidoto hoberik. Bizi garen garaiak memoria egiteko, ez ahazteko eta etorkizuneko belaunaldiak egin zen lanaz jabetzeko dira. Askatasunak ez direla zerutik erortzen, egunez egun konkistatzen direla eta eraso nahi dietenengandik defendatzen direla.

ETAk jarduera armatua behin betiko utzi zuela iragarri zuenetik hamarkada bat igaro denean, Polizia Nazionalaren, Guardia Zibilaren edo Ertzaintzaren zeregin nagusia jada ez da terrorismo etakide hori. Baina, lehen esan dudan bezala, inoiz ezin izango dugu zorra kitatu. Lan heroikoa izan zen, profesionala, baina, gainera, oso inplikazio pertsonal handia zuen Euskal Herrira etortzeak. Gaur egun, Polizia Nazionala eta Guardia Zibila EAEn jaio eta hazi diren agenteez elikatzen dira. Horrek, nolabait, bi gorputzei sustraitze ezberdina ematen die. Baina garai batean Espainiako txoko askotatik etorritako gaztez elikatzen ziren, hemen gertatzen ari zenaz jabetuta ere, Euskadira etortzea erabaki zutenak.

Nire errekonozimendua eta oroimena bidean geratu ziren agenteentzat. Eta, jakina, esker ona, terroristak atxilotzeko zein gaur egun gozatzen ari garen bakea eta bizikidetza aldarrikatu ahal izateko egindako lanagatik eta ikerketagatik. Denbora luzea beharko dugu askatasunik gabeko hamarkadetan galdu genuen guztiaz ohartzeko.

Eskerrik asko.